No es nueva esta obsesión del hombre por anticipar el fin del mundo, a partir de algún número o simbología. Un ejemplo fueron las profecías de Nostradamus dadas a conocer en 1999 que anunciaban el fin de los tiempos. A la postre, la paranoia fue tecnificanda y concluyó apuntando a los programas computacionales los que colapsarían al cambiar de fecha. Pero nada de eso ocurrió en el año 2000. Z Sigue leyendo
Los mercaderes del temor están al alza
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