Te escribo para que no te gobierne el miedo
ni la antigua vida dude de tu existencia
con su historia de arrepentimientos.
La noche nuevamente te encontrará sola
repitiendo tu nómina de sueños
aquellas cartas escritas con la dignidad
de una enamorada.
Alguien desea encontrarse contigo esta tarde,
tomar posesión de tus labios
y buscar en el cajón de tu dormitorio
aquella flor que no envejece.